Una travesía de unos 5.200 kilómetros de navegación para los guardiamarinas del buque escuela de la Armada Española
Cuando este jueves zarpen desde Gran Canaria hacia Brasil, a los tripulantes del Juan Sebastián de Elcano les esperan tres semanas continuas de océano, un mínimo de 5.200 kilómetros de navegación empujados por los mismos vientos Alisios que llevaron a Colón a América, pero también al albur de las calmas que pueden dejarte 'varado' en mitad del Atlántico, relata EFE.
Será el primer aprendizaje serio de la guardiamarina Borbón Ortiz y del resto de guardiamarinas del 97 crucero de instrucción del buque escuela de la Armada Española, la mayoría de los cuales nunca ha atravesado un océano a vela. El Atlántico les servirá esa vivencia.
Todos llevan ya diez días a bordo de Elcano, apenas una semana de navegación sin contar la escala en Tenerife. Pero son nuevos, inexpertos: se les nota en la maniobra de atraque en la Base Naval de Las Palmas, donde cometen errores en el amarre que son seguramente leves, pero ante los cuales los oficiales del buque no ahorran reprimendas (e improperios) a gritos que se escuchan desde el muelle.
Probablemente es la primera vez que llevan a cabo la maniobra a bordo de Elcano, salvo que alguno también estuviera de guardia el viernes pasado cuando llegaron a Santa Cruz de Tenerife, el primer puerto que tocaban desde que zarparon de Cádiz el 11 de enero.
La futura reina de España mantiene disciplinadamente la formación en cubierta. No escucha el trajín que impera en ese momento en proa, con los instructores enseñando a sus compañeros cómo manejar correctamente las estachas, cómo asegurarse que la amarra está bien sujeta, porque justo debajo tiene a la banda tocando a todo trapo 'Banderita tu eres roja...' y otros pasodobles y marchas militares.
"Ahora empieza el aprendizaje", resume ya en el muelle el capitán de navío Luis Carreras-Presas do Campo, comandante del buque escuela. "Cada crucero de instrucción tiene una fase de adaptación que en este caso comenzó cuando partimos de Cádiz y que ha terminado en estas escalas en Santa Cruz y Las Palmas. Cuando salgados el jueves, comenzará el aprendizaje en la formación de los guardamarinas".
En sus apenas siete días reales de mar, los miembros de la promoción de la princesa de Asturias han hecho sus primeros lazos de camaradería a bordo y han experimentado los rigores y estrecheces de la vida en un navío a vela, pero en realidad solo acaban de terminar esa fase en la que todo es nuevo, todo ocurre por primera vez.
Hasta Salvador de Bahía, su siguiente escala en este crucero, les esperan unos 22 días de navegación, una travesía atlántica en la que descubrirán lo que significan tres semanas sin ver tierra.
"La principal característica de un salto oceánico es que el barco entero, no solo los guardianes, también yo mismo y toda la dotación, alcanzamos las rutinas de la vida en la mar", relata a EFE el capitán de navío Carreras-Presas, que se estrenó al mando de Elcano en 2023.
"Lo más relevante", continúa, "es que cogemos rutinas y que navegaremos con los Alisios, que nos permiten avanzar fluidamente a vela la mayor parte del tiempo. Será muy interesante ver cómo prevemos o manejamos las calmas que se dan en la zona de convergencia intertropical, en el ecuador, y que dejan el barco parado".
Es lo que le espera a la heredera de la Corona y a los demás guardiamarinas, una dura prueba tras la cual comenzará la tercera fase de instrucción: la de la responsabilidad. Será cuando Elcano continúe su crucero alrededor de Iberoamérica, que incluye otra de esas experiencias que recuerda todo marinero, doblar el cabo de Hornos.
Salvador de Bahía, Montevideo, Punta Arenas y Valparaíso (Chile), El Callao (Perú), Ciudad de Panamá, Cartagena de Indias y Santa Marta (Colombia), Santo Domingo y Nueva York serán los siguientes puertos en los que recalen, antes de cruzar el Atlántico de regreso hacia Gijón, Ferrol y Marín.
Ante esta perspectiva, los guardiamarinas que estén libres de servicio de aquí al jueves aprovecharán la última ocasión en las próximas tres semanas para hacer algo de turismo. Es lo que hizo Doña Leonor en Tenerife, donde fue vista callejeando con sus compañeros por Santa Cruz y visitando el Parque Nacional del Teide.
No se sabe cuáles son sus planes en Las Palmas de Gran Canaria en los próximos días. Sí es historia lo que hizo su padre, el rey Felipe, cuando pasó por esta misma experiencia y su crucero de instrucción con el Juan Sebastián de Elcano recaló en la isla.
Era 1987 y el entonces príncipe de Asturias, que tenía 18 años, no solo cumplió con alguna visitas de protocolo, sino que además comió un potaje de gofio, queso y papas arrugadas en un posada de las medianías del sur de la isla y fue visto con sus compañeros tomando una copa y jugando al billar en un pub de moda de Las Palmas, el Gas.
Las crónicas de entonces dice incluso lo que pidió al pinchadiscos del local: que pusiera un tema de Talking Heads, recoge EFE.
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