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Los diez libros finalistas del XXII Premio de la Crítica de Castilla y León

Esta nueva convocatoria del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua reconoce la excelencia literaria de obras publicadas en el último año por escritores vinculados a Castilla y León

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Los diez libros finalistas del XXII Premio de la Crítica de Castilla y León
La viceconsejera de Acción Cultural, Mar Sancho, con los diez libros finalistas.
Isabel  Rodríguez
Isabel Rodríguez
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Estos son los diez libros finalistas del XXII Premio de la Crítica de Castilla y León, y cuyos nombres han sido desvelados este viernes en un acto presidido por la viceconsejera de Acción Cultural, Mar Sancho, en el Palacio de la Isla de Burgos. Este galardón, convocado por el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, reconoce la excelencia literaria de obras publicadas en el último año por escritores vinculados a la Comunidad.

El jurado, integrado por críticos literarios, docentes universitarios y periodistas especializados en cultura, ha seleccionado una variedad de títulos que representan distintos géneros, como el ensayo, la narrativa, la poesía y el teatro. La deliberación final tendrá lugar en el Palacio de la Isla el próximo 26 de marzo, día en el que se anunciará el fallo.

Consolidado tras veintidós ediciones, este premio se ha convertido en un referente en el panorama literario español, sirviendo de escaparate para los escritores de Castilla y León. Mar Sancho ha destacado la calidad y diversidad de las obras finalistas, señalando que "la producción literaria de 2024 ha sido de una calidad excepcional, con propuestas de autores consagrados y nuevas voces emergentes".

Asimismo, la viceconsejera ha subrayado la importancia del sector editorial en la Comunidad, resaltando que "cinco de los diez libros finalistas han sido publicados por editoriales de Castilla y León, lo que evidencia la solidez y el crecimiento de nuestra industria editorial". Además, ha reafirmado el compromiso de la Junta de Castilla y León con el fomento de la creación literaria, considerada un pilar fundamental para la difusión del patrimonio lingüístico y cultural de la Comunidad.

El Premio de la Crítica de Castilla y León se consolida así, como un reconocimiento fundamental para la literatura de la Comunidad, brindando visibilidad a los autores y al tejido editorial.

Títulos finalistas

'Dice la sangre', de Rubén Abella (Menoscuarto)

Un mosaico de testimonios configura la última novela de Rubén Abella (Valladolid, 1967), 'Dice la sangre'. La obra gira en torno a los acontecimientos que vivió una familia en el verano de 1985 en un pueblo de la provincia de León. La grave enfermedad que sufre la madre es el hilo conductor que enlaza los escritos del resto de la familia, de los amigos y de vecinos del pueblo. Los testimonios, que en algunos casos tienen forma de declaración judicial, forman un engranaje que ensambla esos acontecimientos familiares con el objetivo de desentrañar la verdad de lo ocurrido para conocimiento del único pariente que no figura en la trama. Abella logra acoplar los diferentes relatos en la estructura general de la novela.

'Las brujas de Zarapayas', de Daniel Cruz Sagredo (Diputación Provincial de Salamanca)

En 1954 un agente de la Guardia Civil es enviado a Villarino de los Aires, un histórico y recalcitrante 'pueblo de brujas' de la provincia de Salamanca, en la frontera con Portugal. Lleva la orden de descubrir, atajar y sofocar un rebrote de brujería que pone en peligro el descomunal proyecto de construcción de los grandes embalses sobre los ríos Duero y Tormes. Pero, a pesar de su cualificación y experiencia, su misión fracasará por no ser capaz de cruzar otra frontera, esta vez sociológica y cultural. Una frontera inmaterial e intangible, pero dura como la mismísima roca de los agrestes Arribes del Duero. El autor presenta un estudio en formato narrativo que entremezcla el ensayo, las viejas novelas picarescas y costumbristas y la novela negra actual. La obra es una aproximación al pensamiento mágico y, al mismo tiempo, un trabajo riguroso que pone en valor el patrimonio cultural inmaterial de Salamanca y de Castilla y León.

'La belleza de lo bienaventurado', de Asunción Escribano (Eolas)

Espacios del cosmos donde se deposita la luz. Así también podría haberse titulado este libro. Porque lo bienaventurado es también lo iluminado por la lumbre simple del pleno existir. 'Lo afortunado' lo llama el diccionario. Porque sin conciencia de su fortuna, hay multitud de seres, de espacios, de encuentros que están llenos de fragilidad, de dolor y de belleza y, por ello, llevan en sí la bendición. Es obligación del escritor alzar en alto las palabras que los señalan, para que no todo en el mundo sea noticia del poder del metal y de la brea. La belleza de lo bienaventurado parte de la certeza de que el mundo está lleno de seres y de momentos tocados por la herida y la bondad, por la verdad y la belleza. Cada capítulo parte de un verso en el que se recoge una bienaventuranza inesperada, llevada a cabo, y proclamada, por algún escritor. No se busca su análisis, sino dar un paso más, avanzar sobre las huellas que han dejado otros para seguir el camino de sus flechas. Los vestigios de la palabra bienhechora. Espacios, sucesos o personas se agrupan en este libro representando a los millones de momentos, hechos o individuos que hacen cada día que la vida merezca ser vivida esperanzadamente.

'Parque temático', de Luciano García Lorenzo (Ñaque editora)

Tres ejes temáticos y de reflexión atraviesan esta obra de acto único. En primer lugar, el mundo de la educación, especialmente infantil y juvenil, como consecuencia del cierre de las pequeñas escuelas en el mundo rural y sus consecuencias en una sociedad cada vez más alejada de los entornos rurales. En segundo lugar, y unido a lo anterior de una forma muy directa, el testimonio de la despoblación de una buena parte de España con perspectiva de futuro, reflexionando como afecta a la sociedad en general en diversos ámbitos, desde el problema alimentario hasta la evolución del propio suelo y el mundo que lo rodea: el agua, la infertilidad de las tierras, los incendios y el desarraigo. En tercer lugar, y enmarcando todo lo anterior, el papel del universo político y social en este frágil entorno y, junto a él, la respuesta, en general descomprometida, de los propios ciudadanos. Una voz reflexiva e incisiva para representar lo que fuimos y, quizás, seremos.

'Ropa tendida', de Óscar García Sierra (Anagrama)

Óscar García Sierra confirma con Ropa tendida lo que ya había apuntado en Facendera, su novela anterior: estamos ante un escritor con voz original, radical, libérrima, a la vez oscura y luminosa, que retrata con maestría los siempre complejos paisajes interiores en un marco físico reconocible: ese cosmos rural que se extingue y que ha sido incapaz de adaptarse a realidades tan bruscas como la desindustrialización y la irrupción violenta de un mundo tecnológico que deshumaniza y aísla. La tristeza, el odio, la soledad o la infelicidad transitan por las páginas de Ropa tendida con la misma fluidez con que lo hacen el amor, las ganas de huir o los sueños, siempre tan difíciles de hacer realidad. Tan imposibles, al cabo.

'Tampoco yo soy un robot', de Amalia Iglesias (Vaso Roto)

No somos un algoritmo. Tampoco programables, por mucho que el sistema desconfíe y nos obligue a 'autenticarnos' para certificar que no somos un robot. Al menos mientras sigamos siendo dueños de la palabra. La inteligencia artificial puede hacer muchas cosas, pero hasta la fecha no es capaz de intervenir el alma. Letanía, cántico, denuncia o grito, 'Tampoco yo soy un robot', el último libro de poemas de Amalia Iglesias (Menaza, Palencia, 1962) es la viva expresión de la necesidad del arte, sobre todo de la poesía, de reivindicar la palabra para combatir la deshumanización, la transhumanización del mundo. Una voz, cuajada a lo largo de una carrera poética impecable, que se deja oír para preguntarse y preguntar a sus lectores sobre una de las mayores y más inquietantes incertidumbres de nuestro tiempo. Con el amor y con el respeto a la naturaleza como banderas de una lucha con fin impredecible. Y en defensa de la inteligencia natural frente a las inquisiciones del big data. Una escritura en carne viva, la de Amalia Iglesias, que conecta la desazón propia con la inquietud colectiva, con un lenguaje poético encendido y en plena expresividad.

'Relatos de la Celtiberia', de Hernán Ruiz (PRAMES)

¿Qué es Celtiberia? Estos 24 relatos la cincelan con la imaginación literaria. Solar de celtas, mudéjares, habitantes de una belicosa frontera donde arraigó la libertad frente a Roma y se proyectó excepcionalmente en un Medievo de fueros y concejos. Hoy quedan los resistentes en este ‘vaciado’ pleno de ecos poéticos: este libro da las claves para sintonizar con ellos y su paisaje. Un viaje en tres etapas (Ecos, Fugas y Paraísos) hacia los mitos perdidos, al paraíso de la infancia encontrada, al locus amoenus de la fuga posible. Su geografía cabalga sobre la cordillera Ibérica y el este de la Central, en tierras castellanas de Soria, Segovia y Burgos, junto a otras de Aragón, Castilla La Mancha y las montañas riojanas. Celtiberia se presenta aquí como el territorio pasado, presente y futuro que queramos ensoñar, morada incontaminada de los ancestros, escenario de las justas batallas perdidas desde Numancia. El último paraíso ganado.

'Laberinto mar', de Noemí Sabugal (Alfaguara)

Desde la cartografía del índice, Noemí Sabugal nos marca en 'Laberinto mar' el cuaderno de derrota de una travesía por todas las costas que bañan este apéndice de Europa que sería una isla, si no fuera por la férrea tenacidad con que los Pirineos la impiden desgajarse y convertirse en una masa de tierra a la deriva. La autora zarpa de la gijonesa playa de San Lorenzo y rinde su singladura atracando en la reserva marina del Mar de las Calmas, en las atlánticas aguas de la isla del Hierro. Entre medias, y como las mareas, el ensayo o la crónica o la recopilación etnográfica o el cuaderno de viajes o el poemario o lo que sea, va y viene de una costa a otra, de una playa a un puerto, de una lonja a un museo, con la cadencia del fuelle de un acordeón que se expande o se recoge mecido entre unas manos delicadas y sabias. Las de una autora que nos ofrece un atlas geográfico que contiene paisajes y paisanajes, farallones de rocas, historias conmovedoras, corazones heridos y paraísos de sal.

'El que menos sabe', de Tomás Sánchez Santiago (Eolas)

En la poesía de Tomás Sánchez Santiago se valora de inmediato la atención al lenguaje, a los mecanismos del verso y al ritmo, con registros sorpresivos distantes de lo convenido. "Soy el que menos sabe. Solo conozco / a las cosas por su nombre", afirma un poema. Los nombres, pero no los que conducen a la rutina o a la facilidad; nombres que nos llevan a una preocupación esencial del poeta: la mirada hacia lo humilde, lo inservible, lo relegado, lo inadvertido, lo desechado. Así se constata en piezas como 'A toda costa’, donde a "lo incorrecto, / lo inútil, / lo impropio", el poeta siempre "le hará sitio / aún sin razón ni abecedario / suficiente". Ese es el 'territorio' del poeta. Otros aspectos destacan, como la impronta de la memoria, de donde manan los cinco poemas lírico-narrativos titulados ‘Almanaque desconcertado’. Otra serie, 'Acotado del ojo', acoge diez poemas que atestiguan la fértil relación entre la poesía y las otras artes, dando voz a las creaciones pictóricas y escultóricas desde la afinidad, la contemplación, la admiración y el encomio.

'La hora del abejorro', de Ángela Segovia (La uña rota)

Podría decirse que este libro, que se halla escrito al modo en que flota el huevo de la cubierta, es decir, como un sentir a punto de romperse, alegórico de toda fragilidad y a la vez firme en la convicción rotunda de la belleza de la existencia. Sus versos van abriéndose espacio entre la capa de espíritu que recubre el mundo y en la escucha de las horas con el rocío que levanta el contorno de cada cosa. La escucha de las horas es similar a la del abejorro, ese insecto robusto, con ruidos de fondo que van cobrando protagonismo, como un tiempo de insectos que se adentran en la poeta y salen de ella con una vida ávida de aromas y misterios. Es un libro frágil e intenso, al mismo tiempo, cada palabra en él es una vértebra de historias sentidas que sostienen un universo de hojas y silencios. Son poemas en los que la autora piensa la primera tierra al mismo tiempo que, sin transparencias, recorren la vida y la muerte con una escritura pacífica, desprendida de dolor. En definitiva, el libro es un enjambre con un zumbido de versos para leer en voz baja.