Acudí hace unos días a la presentación del libro "Cinco magníficos", la última obra de mi amigo Marco Antonio Méndez Romualdo.
Por hacer una breve reseña del libro, es un compendio muy elaborado de la historia de los cinco equipos más significados del balonmano local, según su criterio, desde 1978.
Diría que es un trabajo de gran valor por cuanto recoge los principales hitos de la historia del balonmano en Valladolid y participan en él, con algunos artículos, unas cuantas de las personas que, con contribuciones distintas, hicieron esa historia posible.
Sin embargo, debo de señalar que, desde mi punto de vista absolutamente parcial, pues fui una pequeñísima parte de ella, se hacen omisiones y, en otros casos, referencias a la historia del Club Balonmano Valladolid, el más magnífico de los cinco, que me producen tristeza, dolor en cierto modo.
Parece como si reconocer todo lo que se hizo bien en la época más gloriosa del Club Balonmano Valladolid, la que se desarrolló entre 2005 y 2012, fuese un tabú.
Flota en el ambiente, lo denotan algunas de las colaboraciones incluidas en el libro, una especie de repudio por lo que fue una historia de éxito con la que acabó una crisis económica mundial que a todos nos afectó.
Bastaría recordar que entre 2008 y 2014 explotó la burbuja inmobiliaria, creció la tasa del paro y aumentaron las hipotecas. El sistema económico global entró en recesión y se multiplicaron los rescates bancarios. En la España de 2013 se alcanzó un máximo histórico con más de cinco millones de parados.
Según un Informe Económico de ESADE, entre 2008 y 2012, cerraron en España un total de 177.336 empresas. Clubes históricos de fútbol, como el Mallorca, el Queen Park Rangers, el Parma o el Portsmouth se declararon bancarrota entre 2012 y 2014, por nombrar a algunos.
Ya en 2008, al inicio de la crisis, la desaparición de patrocinadores relacionados con la construcción y las industrias complementarias de ésta acabó de manera fulminante con tres grandes equipos de la Liga Asobal: el Teka Cantabria, el Club Balonmano Altea y el Club Balonmano Algeciras. En División de Plata desapareció el Naranco Oviedo, tras haber sido descendido a Primera Nacional.
En 2009 cayó el Balonmano Keymare Almería y, en 2011, desaparecieron para siempre el Juventud Deportiva Arrate y el Balonmano Ciudad Real, que pasaría a ser Balonmano Atlético de Madrid antes de que este club de fútbol decidiera eliminar la sección de balonmano de manera definitiva en 2013.
En 2012 desaparecieron hasta 6 equipos más: de la Liga Asobal sucumbieron el Portland San Antonio y el Balonmano Torrevieja; en División de Plata, el Balonmano La Roca, el Balonmano Antequera, el Balonmano Badajoz y el Toledo Balonmano.
Podría seguir, pero para algunos, ni siquiera esta exposición de catástrofes continuadas sería suficiente... mas no deseo entrar en confrontaciones
No obstante, sí hay algo que me gustaría reprobar. Se trata de la apelación que leo en algunas páginas del libro al respecto de que alejarse de los orígenes, de la esencia, provoca, a corto plazo, la quiebra de los proyectos.
Eso es falso.
Y, antes, me gustaría señalar que:
¡Vaya!, quizás no eran tan importantes los orígenes, la esencia; porque lo que en realidad nos gusta a todos es ganar...
Tener a los mejores jugadores del mundo, ganar partidos y campeonatos, asegura pujanza económica, apoyo empresarial, patrocinadores, salvo que se te venga encima una crisis mundial. Ese es el modelo de los mejores equipos deportivos del mundo, ese es el modelo del Real Madrid o de tantos y tantos equipos de la NBA o de la Premier League.
No verlo es, simplemente, no querer verlo.
El más magnífico de todos los equipos deportivos que haya existido en nuestra ciudad fue el Club Balonmano Valladolid, y a sus responsables cabe, siquiera, una pequeña parte de ese éxito.
Yo lo reivindico hoy, cuando nadie lo hace.
Porque soy un aficionado, porque soy parte, porque soy hijo.