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SpeaKers Corner

Por Andrés Miguel

Ellos son nuestro regalo


Me obstino en creer que cualquiera que sea padre, al menos la inmensa mayoría, quiere mucho a sus hijos, mucho, sin límite, aunque pueda no parecerlo alguna vez.

 

De igual modo he considerado desde que soy capaz de recordar, invariablemente, que lo esencial en nuestras vidas, lo único que de verdad tendremos siempre, si lo cuidamos, es la familia; incluso en las peores circunstancias, la familia estará siempre ahí, aunque hayamos bombardeado antes todos los puentes. Quiero creer que no me equivoco.

 

A todos esos padres nos gustaría que esta afirmación quedase siempre en las cabezas, en los corazones de nuestros hijos, de modo que, si cualquier día, pase lo que pase, les cupiera alguna duda, pudieran despejarla rápidamente… ellos, los hijos, son, para mamá y papá, lo único importante en nuestras vidas.

 

Por eso precisamente quisiéramos que acudiesen a nosotros siempre que les hiciera falta, con alegrías, con penas, con necesidades o no, con noticias buenas o malas, con lo que tocase a cada instante… nosotros, todos esos padres, estaremos ahí para escuchar, ayudar, compartir, apoyar, para hacer lo que sea necesario.

 

En general, en una abrumadora mayoría, todo padre se siente muy feliz por cómo sus hijos se han ido formando como personas y confía en que a lo largo de su vida, que anhelan mucho más larga que la propia, se comportarán como personas con valores dignos de admiración, seres humanos de convicciones profundas y conductas adecuadas.

 

Nada hay más verdadero que ser una buena persona, aunque no siempre reporte alegrías.

 

Educamos a nuestros hijos para que lo sean, eso, buenas personas, para que lo lleven dentro y hagan gala de ello a lo largo de su vida.

 

Han de saber que la parte más difícil de su existencia comienza en los momentos en que arrancan a ser más independientes, más libres, cuando se inician en la difícil tarea de elegir.

 

Todos esos padres que quieren mucho a sus hijos quisieran creer que éstos, fruto de la educación y el ejemplo que les han prestado, tienen bagaje, conocimientos y valores, más que apropiados para elegir bien y, por si alguna vez no fuera así, también que llevan dentro la fuerza necesaria para superar malas decisiones y momentos difíciles.

 

En cualquier caso, como siempre será, los papás estarán a su lado, para lo que sea, con total y desinteresada entrega.

 

Para cualquier padre, para la inmensa mayoría, es un regalo la compañía de sus hijos en este viaje que es la vida.

 

Para cualquier padre, para la totalidad de ellos, no hay mayor golpe que perderlos.

 

Hace muy poco eso ha ocurrido en una familia a la que quiero. Por eso mismo hoy, porque soy padre como ellos, siento su dolor como si fuera el mío.