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OCIOZINE

Por Raquel W. Polo

El barco de Babel


Justo cuando me preparaba para escribir este post para vosotros recibí la noticia de que Netflix ha cancelado la serie de la que os voy a hablar hoy, 1899. ¿Por qué, por qué por qué, Netflix? 
 
Es inexplicable, si tenemos en cuenta la calificación de 7,4 que le brindan los usuarios y críticos de IMdB o el 76% de Rotten Tomatoes
 
Bien es cierto que esta serie no tiene la originalidad y calidad que tiene Dark, una de las mejores series de fantasía que hemos tenido la suerte de tener a nuestra disposición, fruto de las mismas mentes creadoras de esta, pero, sinceramente, creo que muchos hubieramos querido que alguien nos diera respuesta a unas cuantas preguntas que se han quedado flotando en el aire. 
 
En esta ocasión el misterio se desarrolla en un barco, el Kerberos, en el año de gracia que da nombre a la serie. Por si no lo recordais, Kerberos o Cerbero es el perro de múltiples cabezas que guarda las puertas el infierno, y que no permite a los muertos salir de alli. 
 
En la nave viajan una tripulación y un pasaje multinacional: Alemanes, franceses, españoles, daneses, ingleses, chinos, o tal vez son japoneses, todos viajan con destino a América. Todos, además, huyen de algo o de alguien. 
 
Además, todos han recibido una misteriosa invitación y todos tienen sueños que les llevan al motivo de su huida. Una familia que murió en un incendio provocado, un internamiento en un hospital psiquiátrico, una violación, homosexualidad prohibida, un homicidio involuntario? Todos despiertan al recibir la misma orden, siempre después de escuchar las mismas palabras, y siempre pronunciadas por la misma voz.  
 
Mientras viajan, van a encontrar a la deriva un barco de la misma compañía que despareció algunos meses atrás, el Prometheus. Aquel otro personaje mitológico que, en su búsqueda de conocimiento, hizo enfadar a Zeus, y acabó castigado reviviendo la misma pesadilla cada día por toda la eternidad. 
 
El buque Prometheus está vacío. Bueno, no del todo, en él queda un niño que fue encerrado en un armario, y que no habla. Lógicamente, Maura Franklin, a cuyo alrededor parece girar la historia, va a acoger a la criatura en su camarote. 
 
A bordo del Kerberos van a empezar a suceder acontecimientos cada vez más misteriosos, mientras Maura y Eyk Larsen, el capitán del barco, intentan encontrar una explicación que cada vez parece más esquiva. 
 
¡Ah! se me olvidaba, cada personaje habla en su idioma original. He ahí el encanto de esta serie. Es realmente curioso escuchar el cruce de lenguas, en una especie de Babel, mientras en otras series, como en la tercera temporada de Jack Ryan, los rusos hablan entre ellos en inglés con acento ruso, error que no habían cometido con anterioridad en pasadas temporadas. 
 
El cast es multinacional también. Destaca, al menos para nosotros, Miguel Bernardeau, el hijo de Ana Duato al que conocimos en Élite, y que últimamente está on fire. Junto a él Andreas Pietchmann, uno de los actores de Dark, o Emily Beckham (Into the Badlands, otra que nos dejó con ganas de más), que interpretan a la pareja protagonista. 
 
Lo dicho, en Netflix.