Pedro Sánchez (1972) acaba de presentar en el Círculo de Bellas Artes su segundo libro, 'Tierra Firme', de Ediciones Península (Grupo Planeta), con 384 páginas, una obra literaria de impresiones personales sobre sus últimos cuatro años al frente del Ejecutivo y que, evidentemente, no ha escrito él. En el acto estuvo acompañado por Ángeles Caballero y Jorge Javier Vázquez.

Será lícito y económicamente rentable pero no me parece ético. Aplaudo que, con la experiencia acumulada, un ex presidente de gobierno participe en coloquios y conferencias o escriba y venda libros, aunque no considero nada ejemplar que lo haga cuando ostenta el poder, entre otras razones porque la imagen de autor y el marketing comercial lo pagamos todos con nuestros impuestos. Son cosas de los tiempos que corren, donde la vergüenza ajena ha perdido todo su sentido y la moral se disipa entre tanta tecnotontería.

Que la web oficial de La Moncloa facilitara un enlace para seguir el acto en directo me recuerda a las andanzas televisivas más cutres de conocidos presidentes venezolanos, que en el Círculo de Bellas Artes - en horario laboral - se juntaran 14 de los 22 ministros del Gobierno, más los correspondientes altos cargos, asesores, personal de seguridad, etc. es de país bananero, se mire por donde se mire. Y lo que supera todas las normas de mesura y ejemplo de lo público es que el libro se esté convirtiendo en el regalo estrella de estas navidades entre la multitud de departamentos y cargos (recién nombrados) de los ministerios cuyo jefe es el firmante de libro. No hace falta mentar de dónde sale el dinero de los obsequios oficiales. Menudo negocio.

Merece un particular análisis psicosociológico el hecho de que para lanzar su segundo ensayo literario, Sánchez haya recurrido al genuino rey de la telebasura en España. Es un síntoma, un gráfico ejemplo de por dónde discurre el panorama político y social que maneja las riendas de este país. Vázquez, el mismo que gritó desaforado y con supuesto orgullo un día ante las cámaras que su desaparecido programa era para "rojos y maricones", hizo las gracias del entregado público asistente a la presentación de 'Tierra firme'. Las expresiones de algunos ministros pasarán a la historia del peloteo patrio (deberían dejar dichas poses para los mítines de partido).

"Mi historia es la del mito de Sísifo", dijo un entusiasmado presidente, quizá pensando que el personal desconoce que el heroico sacrificio del aludido personaje empujando eternamente una enorme roca es fruto de un castigo de Zeus por haber sido excesivamente ambicioso y mentiroso. O eso o que alguno de sus asesores no merece el generoso sueldo que percibe. O simplemente porque ya levita ? como le ocurre a tanto dirigente cuando lleva años en el poder - y está por encima del bien y del mal.

Hay que reconocer que Pedro Sánchez es un gran comercial, capaz de vender un helado a un esquimal en el polo norte. Su capacidad de seducción a tanto votante presuntamente progresista está contrastada, es obvio que sus manidos eslóganes políticos cunden, que nunca miente, sólo cambia de opinión, y que es el gran domador de nacionalistas e independentistas de todo pelaje. Es el verdadero representante de la política española de los últimos años (sin olvidar al extinto Pablo Iglesias). Fue defenestrado por su propio partido y en un visto y no visto se ha adueñado de tal manera del mismo, que ya no lo reconoce ni la madre que lo parió, como diría Alfonso Guerra.

'Tierra firme' se vende por unos 21 euros y es de suponer que la multitud de seguidores, palmeros, colegas de poltrona, carné, negocio e intereses varios, además de todo aquel que cree en la religión 'sanchista', devorará el libro en las próximas semanas para conocer de primera mano las reflexiones de Sánchez sobre el primer gobierno de coalición, la pandemia, las consecuencias de la Guerra de Ucrania, del volcán de La Palma o respecto a las tres grandes transformaciones nacionales que el autor cree haber puesto en marcha en España (medio ambiente, desigualdad social y transición digital). Enorme bestseller.

Lo dicho, menudo negocio.