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Las preguntas crean el enfoque


Cuando la mente tiene un objetivo definido ya tenemos una meta, un lugar hacia donde dirigirnos. Lo que nos hace falta ahora es aprender las herramientas cognitivas necesarias para poner el motor en acción. La pregunta que debemos hacernos antes de nada es: ¿qué crea el objetivo? La mente que todos poseemos es tan caprichosa que si no decidimos nosotros conscientemente qué es lo que queremos y cómo lo queremos obtener, ella misma puede guiarnos por un camino que podemos no reconocer y acabar precisamente donde no queremos vernos.

    Dirigirse hacia un sueño, un objetivo que nos motive o cualquier cosa que nos saque de donde estamos y nos lleve hacia algo mejor es una tarea que demasiadas personas deforman hasta conseguir resultados muy diferentes de los que habían soñado. Aceptamos amistades que nos aportan sufrimiento, caminamos y vestimos como si algo o alguien lo hiciera por nosotros y nos comportamos de formas que nos parecen ridículas o inútiles y de las que nos damos cuenta horas después, cuando ya no hay nada que podamos hacer para cambiarlas. ¿Qué hace que tantos de nosotros veamos nuestros resultados tan dependientes del azar, del destino, en lugar de elegirlos conscientemente? Si hemos tenido esa sensación de descontrol en nuestros cuerpos, puede que nos hayamos estado formulando las preguntas incorrectas.

    ¿Qué es lo que quiero?, ¿cuál es el objetivo real?, ¿estoy donde quiero estar en este momento? Y si no es así, ¿hacia dónde debo dirigirme y cómo lo hago? Las preguntas son tan poderosas que controlan todos nuestros enfoques y dirigen cada emoción que experimentamos. Si nos hiciésemos una pregunta tan simple como ¿quién soy yo?, el abanico de sensaciones que experimentaríamos en ese instante podría hacer que a más de uno le asaltasen emociones de pérdida, incertidumbre o desazón. Pasamos tanto tiempo resolviendo nuestras ocupaciones diarias que apenas dedicamos tiempo para ocuparnos de las razones que iluminan los pasos que damos en la vida. Algunos de nosotros pasamos demasiado tiempo en una especie de oscuridad emocional. Recordemos que nunca habrá viento favorable para quien no sabe a qué puerto se dirige.

    Dar preferencia a qué nos mueve en lugar de movernos y ver dónde vamos a parar es cambiar el "qué" por el "cómo". Preguntarnos qué nos deparará el futuro es un error del que todos nos hemos arrepentido al examinar hacia dónde nos llevó finalmente. Cambiar el destino a nuestro antojo no es cosa de magos, ni se necesita una vida nacida bajo un paraguas económico y social favorables, basta con hacer una perqueña correción que modifique por completo el enfoque que ese instante poseemos. Así, pasar de preguntarnos "qué" nos deparará el futuro a "cómo" puedo dirigir ese futuro cambia drásticamente la visión imprecisa que hasta ese momento teníamos del futuro por otra con referencias reales con las que tomar el timón y la dirección.

 

"La capacidad de una persona de producir resultados dramáticamente buenos en su vida depende de la intencionalidad de la persona, no de sus circunstancias". John C. Maxwell

 

El proceso de dirigir conscientemente los comportamientos y los resultados de todo cuanto hacemos pasa por ser intencionales en todo momento, sin dejar escapar nada y sin dar permiso para que otros lo hagan por nosotros. La intención es lo que cuenta, la intención de hacernos las preguntas correctas y poner el enfoque en un propósito elegido. Preguntarse intencionalmente "qué es lo que voy a hacer y por qué" puede salvarnos de caer en la trampa de la autocompasión y el victimismo que tanto atacan a quienes dicen que la vida es como es. La vida es en realidad como nosotros la queramos vivir por mucho que nos cueste creerlo, lo que ocurre es que pocas veces, si es que alguna vez lo hacemos, nos hacemos responsables de ella por completo. Las responsabilidades parciales crean resultados parciales en las vidas de quienes no han decidido ir a por todo y dejarse la piel en el camino.

    Revertir el "¿podré con esto?" por "¿qué pasaría si puediera hacerlo?" redirige el enfoque y ofrece posibilidades incluso cuando apenas exsitían señales de triunfo o solo acumulásemos malas experiencias. ¿Cómo puedes mejorarte ahora mismo?, ¿por dónde empezar?, ¿quieres realmente cambiar o vas a permanecer como hasta ahora aunque eso solo te genere malestar? Las preguntas tienen un poder de cambio sorprendente, nos ponen en acción y nos permiten disfrutar de la vida de formas hasta ahora desconocidas. Busca tus preguntas, encuentra tus respuestas y pasa a la acción inmediatamente. Tu vida es tuya. Aprende a dirigirla.