El ser humano se diferencia del animal, o eso se supone, en que somos capaces de sentir cosas. Tenemos sentimientos. Pues bien, hace apenas unos días tuve que acercarme al Centro Cultural Miguel Delibes por la vacunación masiva que se llevaba a cabo allí para realizar una información para el periódico desde el que usted me lee. Dicho y hecho. Llegué y, vistas las colas, saqué la cámara y empecé a echar fotos. Todo en orden.

 

Por minutos, me invadió la envidia sana. Esos cientos de personas estaban a minutos de ponerse un pinchazo que, literalmente, iba a cambiar sus vidas. Correspondían a profesiones que por unos motivos u otros les otorgaban prioridad para ello. Y me puse a pensar. Tan lejos y tan cerca, ver a todos ellos aplicándose esa vacuna que llevábamos un año esperando.

 

Agité la cabeza ante la tentación de que esa envidia sana se convirtiera en insana mientras seguía avanzando, cola hacia adelante, al mismo tiempo que alguno escondía la cara por la vergüenza de salir en alguna fotografía. Reflexioné. Ese reguero de personas simbolizaba la esperanza y las ganas de que esta pesadilla acabe cuanto antes. La ilusión por recuperar nuestras anteriores vidas, que parecen tan lejanas y tan cercanas a la vez.

 

Y me quedé con ese mensaje. Todos necesitamos algo a lo que agarrarnos cuando el mundo se desmorona. El ser humano vive de esa búsqueda de la felicidad que solo podemos alcanzar cuando somos totalmente libres y podemos hacer con nuestras vidas lo que queramos, sin restricciones. Esa cola silenciosa, de personas que daban pasos lentamente, simbolizaba algo precioso y maravilloso, que todos necesitamos. Solo falta que vaya un poco más rápida.

 

P.D. Videoclip de 'Te necesito', de Amaral.