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Desde mi Tribuna

Por Juan Postigo Vergel

Calambre


¿Saben qué? Dicen que los vallisoletanos odiamos al resto de gente de la Comunidad. Que no nos caen bien ni los de Burgos, ni los de León, ni los de Palencia. Y es mentira. Yo daría mi vida por poder ir este verano a Aranda de Duero. Hace tan solo unos días el festival de Sonorama Ribera confirmaba en sus redes la noticia que ninguno queríamos escuchar. La más absoluta y destacada fiesta de la música de Castilla y León, con alcance nacional e internacional y que debía tener lugar a mediados de agosto, se venía abajo hasta el año que viene.

 

Agua fría por la espalda. Y es que el Sonorama no es un festival más, es el festival. Una seña de identidad, unos días que esperas con impaciencia todo el año y en los que todo lo malo o lo que te preocupa desaparece momentáneamente. Magia pura. Un torbellino no solo de música, también de ilusión, encuentro contigo mismo y con tus amigos. Pero sobre todo con sueños para recordar toda una vida.

 

Iluso de mí, tuve fe hasta entonces para que se diera el milagro, algo que lo salvara. Algún tipo de alternativa viable y que no nos pusiera en peligro. No ha podido ser. Decenas y decenas de festivales, fiestas de pueblos y todo tipo de eventos veraniegos han tenido que pegar patada para adelante a las celebraciones. Un auténtico calambre en el pecho para toda la población.

 

Debo decir que me agarré a una ilusión totalmente infantil y sin ningún tipo de sustento real para pensar que habría Sonorama. Que algo surgiría. Quizá conciertos más pequeños, más divididos. Con algún elemento de protección estrafalario. Alguna opción que supusiera no arrancar de raíz unos días especiales. Y es que cuando vives la música, necesitas un clavo ardiendo.

 

Quién más, quién menos, me ha sugerido que no podía esperarse otra cosa. Es cierto. Pero prefiero vivir así, manteniendo el optimismo hasta el final. Creo que ese es el espíritu Sonorama. Nos veremos el año que viene.