A solo unas horas de que Papá Noel se deje ver por los tejados de nuestras casas, repartiendo regalos, muchas adolescentes procuran portarse lo mejor posible para que la mañana del 25 puedan hallar el carísimo pero imprescindible regalo que tanto desean debajo de sus árboles de Navidad.
Ese regalo no serán unas entradas para el concierto de Taylor Swift, ni un viaje a esquiar a Andorra, ni tampoco unas zapatillas deportivas de su marca favorita. Las jóvenes de ahora ya no quieren ser princesas, ahora quieren ser Kardashians.
¿Cómo ha pasado esto? ¿Cómo es posible que ahora todo el mundo tenga la misma cara? Ya no se escucha eso de "mamá, quiero unos Levi's" ahora es algo así como "mamá, quiero unos labios".
No digo que se trate de algo reciente. Los complejos siempre han existido y siempre existirán y, por suerte o por desgracia, tenemos la cirugía ahí, a mano de casi todos, para superarlos a base de jeringuillas.
En los años 90, Esther Cañadas fue una top model que se convirtió en una de las grandes del mundo y esto sucedió porque a su cirujano se le fue la mano con sus labios. Despiste que le salió más que rentable a la que se convertiría en compañera de Cindy Crawford o de Naomi Campbell, arrasando por las pasarelas de todo el mundo.
Acordaos del año 2015 y aquel terrorífico challenge con el que las niñas querían alcanzar los labios de Kylie Jenner y se dedicaban a ponerse botellas o vasos de chupito en la boca para agrandar sus labios. Hacían vacío y cuando los sacaban del objeto se habían inflamado tanto que se parecían a la estrella de los realities.
Y desde hace unos pocos años, todos los filtros de Instagram o Tiktok te muestran una imagen de ti mismo con mejores labios. Cada vez que subes un story, te ves con una boca perfecta.
Se ha creado una necesidad. Es así. El día que se pongan de moda los pasamontañas, la gente irá marcando pezuña. Con esas salchichas que muchos tienen por boca.
Todo esto se debe a la conocida Teoría del Deseo Mimético que, para quienes no la conozcan, viene a decir que los seres humanos deseamos pero no sabemos el qué. La sociedad necesita tener a alguien que le cree estos deseos. Un referente que te dé a ti las indicaciones para poder envidiar, un modelo al que imitar y seguir desesperadamente.
Puede ser una persona famosa o tu vecina de arriba. Pero quieres ser como ese alguien. Y este año nos ha tocado los labios. El capitalismo va diseñando por épocas los cuerpos que nos tienen que gustar, las caras que deseamos o la ropa que nos mola ponernos. Así que estas Navidades, más de uno se dejará seducir y pedirá su primer vial de ácido hialurónico.