La que le guste y motive. Simple y efectivo.
Ahora, si lo que queremos es proveer a nuestro vástago de un prometedor futuro, la respuesta vuelve a ser la misma: la que le motive. No hay nada peor que trabajar a disgusto.
La semana pasada me emocionó la carta abierta que Daniel Arias Aranda, catedrático del departamento de Organización de Empresas de la Universidad de Granada, publicó en Linkedin. Con el título de "Querido alumno universitario de grado: Te estamos engañando" sentenciaba la realidad de la decadencia en la formación pública española.
No es problema de los profesores, ni de los alumnos, sino de un sistema anestesiado cuyo objetivo es imbuir el buenismo y la mediocridad en detrimento de la calidad.
No todos valemos para lo mismo ni tenemos las mismas capacidades. No somos iguales. Entenderlo y aceptarlo es el primer paso para solucionar el problema.
Parafraseando a Nietzsche "La mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo". Si tu retoñoo no vale para estudiar, tienes otras alternativas.
Elegir una profesión por el número de salidas o las posibilidades de salario, teniendo en cuenta que nos arrastrará el resto de la vida y que indudablemente habrá fluctuaciones en todos los niveles, me parece una temeridad. Lo único constante con lo que podemos contar es que sea algo que nos guste y motive. Además, siempre podemos cambiar, yo comencé como informático y ahora estoy en marketing digital.
Las carreras tradicionales siempre estarán presentes (recordemos el efecto Lindy) pero sabiendo que cada vez consumimos más productos y servicios tecnológicos, es lógico que los profesionales más demandados por las empresas sean perfiles científicos y técnicos.
No me gustaría entrar en la diatriba de la formación profesional frente a la carrera universitaria. Es un debate más que manido, pero sí quisiera recalcar el papel importante de las carreras STEM.
El acrónimo STEM hace referencia a los términos de Science, Technology, Engineering y Mathematics. En español lo podemos referenciar como CTIM por la traducción de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas.
Dentro de cada rama, podemos encontrar múltiples profesiones:
1. Ciencia: Medicina, Enfermería, Química, Biotecnología, etc.
2. Tecnología: Informática, Telecomunicaciones, Robótica, etc.
3. Ingeniería: Electrónica, Mecánica, Naval, Caminos, etc.
4. Matemáticas: Matemáticas, Estadística, Economía, Física, etc.
Áreas en auge como el big data, la realidad virtual, la inteligencia artificial o la bioinformática darán mucho que hablar en los años venideros. Instaladores de placas solares, mecánicos de motores híbridos/eléctricos o fontaneros, también.
Recordemos la célebre frase del general Douglas MacArthur "La historia de la guerra demuestra que, nueve de cada diez veces, un ejército es derrotado porque sus líneas de suministros fueron cortadas". De poco sirve ser punta de lanza si no tenemos quién sustente ese avance tecnológico. Y ahí la formación profesional es clave.
Si hay dos máximas que estos años de experiencia laboral me han enseñado, son:
1. El que mucho abarca, poco aprieta. En lugar de tener muchos conocimientos poco profundos, elige algo más concreto y especialízate.
2. Pon interés en desarrollarte como persona y como profesional. Ambas cosas deben de ir alineadas.
Si me dieran un euro por cada buen profesional que he conocido que no sabía rodearse de un gran equipo o por grandes personas que no saben (o no quieren) mejorar profesionalmente, me daría para dejar atrás el gélido y frío aliento salmantino y disfrutar de un buen café matutino a la orilla de alguna playa poco concurrida.
El mundo es un lugar bastante complejo e incierto y muchas veces, lo más valioso que podemos hacer no es compartir nuestras conclusiones, sino el proceso que nos ha llevado hasta ellas. Los hechos que hemos tenido en cuenta, la interpretación de los mismos, la incertidumbre generada, etc. Para mí, esa es la esencia en este tipo de reflexiones dado que no hay una certeza absoluta y sí muchas subjetividades. Otros, usando nuestro proceso, podrán llegar a sus propias conclusiones.