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Con zuecos y pijama

Por Marcos Pastor Galán

IV Aniversario COVID.


El 28 de febrero de 2020 la prensa de mi tierra, Segovia, anunciaba que teníamos el primer paciente COVID. No era una casualidad ni tampoco un problema mayor del ya existente en otras zonas de España. Ni siquiera era un problema vistas las noticias a nivel mundial. Pero claro, la historia solo estaba empezando y el recorrido hasta el día de hoy sería largo, aunque no lo sabíamos todavía. Cabe destacar que en mi libro 'Un día más, un día menos' se relata toda esta historia más desarrollada.

La información que venía de China era alarmante a medias, un lugar donde todo es matizable a nivel de veracidad. Tanto que algunos llaman comunista a pesar de ser la cumbre del capitalismo extremo. La pandemia implicaba grandes retos oscuros y no iban a ser ellos quienes los desvelaran. Recuerdo a Pedro Cavadas, a posteriori del estallido, diciendo que él no se fiaba de la información porque conoce China (por su hija) y sabe que la información siempre es una mínima parte. Y resulta que ese estallido fue monumental, culpa de todos por cierto.

Si nos vamos al inicio informativo, hablábamos de una gripe fuerte. Un error garrafal, porque muchos casó sí eran similares a una gripe, ¿pero quién iba a pensar que aparecerían neumonías  si los reportes de otros países no eran tan malos? Y ahí llegó marzo. De golpe, sin avisar, los datos de algunos países empezaron a torcerse de forma extraña, no respondían al patrón de otros lugares. Las alarmas empezaron a sonar y cuando se quiso intervenir, ya era tarde. Tarde para unos, pero, especialmente, muy tarde para otros.

Los capitanes a posteriori decían que "ya lo habían avisado" mientras se les veía en actos multitudinarios, los políticos empezaron a hablar de cosas que desconocían por completo y el personal sanitario seguíamos en un limbo de desconocimiento. ¿Qué hizo cambiar todo? Que no existían medios para diagnosticar un COVID positivo, que no somos tan molones como pensábamos y que, aún sigo impresionado al ver las gráficas, algunos países mintieron en sus datos de una forma tan bestial, que probablemente fueron más culpables que nadie de las consecuencias.

Y sí, lo digo bien alto. Recuerdo hablarlo con mi padre aquellos días y decirle que la gráfica de Francia era una copia de la de España, pero con menor cifra (era una curva idéntica). Ya no hablemos de Reino Unido o Estados Unidos. El hecho de que Bélgica diera datos reales animó a que otros países lo hicieran también, destapando que España no era el epicentro de la pandemia como trataban los cuñados de profetizar. Y nadie de los que se escondieron sacará las cifras reales, pero la población total y esperanza de vida disminuyó igual que en nuestro país.

Tiempo después de todo lo que ya sabemos (y si no lo recuerdas bien te animo a leer mis libros), y de que el personal sanitario nos convirtiéramos en peonzas dando vueltas sin saber (también en mi libro), empezaron las conspiraciones. Que si es mentira, que si la vacuna sirve para matar, que si bacterias, 5G, ... Una sarta de estupideces que infectaron las redes sociales y que, casualmente, cuando les recuerdas que dijeron esas ideas absurdas, dilatan su discurso o te bloquean. La ignorancia se alimenta de no reconocer que eres ignorante.

Y hasta día de hoy. Celebramos el cuarto aniversario de la pandemia y diría que hemos salido adelante, pero no. Sigue habiendo quien habla de encierro ilegal, vacunas asesinas, grafeno o aluminio que va dentro de las vacunas, un nanochip inoculado en la vacuna de la gripe de 2018 que se activó en 2020, un plan de George Soros y Bill Gates para controlar el mundo, ... Despropósitos que han alimentado algunos políticos y fundamentados en el no sabe no contesta, pero la tierra es plana y los aviones nos fumigan.

La última hazaña ha sido leer en X, que es como se llama ahora a Twitter, un informe detallado que desvela lo siguiente: "Según la universidad de XXXXX, un reciente estudio del Dr. XXXXX demuestra que el 50% de los vacunados COVID morirá en 5 años". Es decir, primero dijeron que las vacunados morirían en 3 meses, luego en 6, después en 1 año, más adelante lo atrasaron a 18 meses y, al nunca cumplirse la profecía, en 3 años. Cumplido el tercer año, las Nostradamus de la pandemia han decidido aplazar a 5 años.

Los bulos sobre la pandemia los he ido escribiendo en Tras los bulos COVID y en las sucesivas parte 2 y parte 3. Además de la historia del Gran apagón, sin desperdicio para una serie de las plataformas digitales que bien engancharía al público, sus creyentes y los que quieren ver ciencia ficción.