En la semana de "celebración" del 23F, que recomiendo ver el documental de Equipo de investigación del viernes al respecto, han sucedido diversas situaciones pequeñas que se tapan unas otras. Todas que afectan directa o indirectamente a la sanidad y logran salir de ola opinión pública y escabullirse para que no dejen huella en el ciudadano, como si nada sucediera.
El domingo pasado traté las declaraciones polémicas de Isabel Díaz Ayuso (Protocolos de la muerte), quien reconoció ser responsable de la situación de las residencias deMadrid durante la pandemia por COVID. Fueron tan sorprendentes, que durante toda esta semana han seguido siendo fruto de debate, incluyendo los medios de prensa afines a su partido.
Pero si la noticia estrella de la semana anterior no era suficiente, esta semana ha tenido también una buena carga de contenido. El lunes comenzábamos las noticias con un incendio en una residencia de Madrid que acabó con la vida de tres ancianas el fin de semana. Una de tantas donde los controles y garantías quedan en entredicho. Según el informe policial, había salidas de emergencias bloqueadas, faltaban luces de emergencias y las alarmas no emitían sonido.
A media semana, saltaban las alarmas por la rotura de stock de bolsas colectoras de orina, fundamentales para los pacientes portadores de sondas o nefrostomías. Productos sanitarios de uso diario que no son precisamente económicos aunque sí son frágiles y cuyo coste pertenece a un mercado privado que sabe responder bien a la oferta-demanda. Las noticias por falta de materiales sanitarios suponen la preocupación del personal por la escasez, pero también de los gestores que ven un precioexponencialmente al alza cuando más falta hace el producto, casualmente.
Como la semana no podía acabar bien, el macroincendio en Valencia ha supuesto un varapalo muy grande todo el país. Diez fallecidos, quince heridos e inumerables mascotas que no volverán a acompañar a las familias. No cabe duda de que si el gobierno valenciano perteneciera a otro partido, los actuales gestores aprovecharían la tragedia para sacar rédito. Por desgracia, estamos ya muy acostumbrados a frivolizar con el drama, algo rastrero y negligente.
Entre medias, ha salido a la luz un nuevo escándalo sobre el enriquecimiento personal durante la pandemia, pero no hablo e alguien que haya mejorado su autoestima. La necesidad de material supuso comisiones millonarias para Koldo García, hombre de confianza del exministro Ábalos. En realidad hizo la misma canallada que Tomás Ayuso, pero parece que a su hermana Isabel, esta vez no le parece algo normal digno de exculpar por un amigo juez.
Y si parece que con esto tenemos bastante, por vía oculta al ciudadano siguen las privatizaciones del Servicio Andaluz de Salud. También, para los médicos gallegos, la Xunta ha decidido penalizarlos por las listas de espera, justo después de ganar las elecciones y tras haber olvidado anunciar esta medida en las promesas electorales.
Con todo esto, se cierra una semana de luto para la sanidad española, que nuevamente observa cómo se puede convertir en el centro de una diana. Pronto trataré el cruce de acusaciones oportunistas de los políticos españoles aprovechando el drama, que por este domingo, tenemos bastante.