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Con zuecos y pijama

Por Marcos Pastor Galán

Salud de clases


Aunque los astrónomos e historiadores nos dicen que estamos en el año 2023, aunque los geólogos puedan determinar en millones de años la evolución del terreno e, incluso, los arqueólogos cuenten la evolución humana con la misma seguridad que un niño pinta un dibujo, aún persisten rasgos sociales plenamente neandertales. La sociedad basada en clases y la ley de la selva se creían extintas. Pero en contra de todo pronóstico, el ser humano demuestra a día de hoy que la época medieval era un mal chiste si revisamos los últimos hechos.

Quiero empezar recordando que en España hay un delito denominado 'Omisión del deber de socorro', la Constitución de 1978 habla de igualdad entre ciudadanos y la aún vigente Ley General de Sanidad de 1986 establece el derecho a la Protección de la Salud, siendo un principio de acción de las administraciones del Estado. Todo esto sin discriminaciones. Tres pilares fundamentales para entender el mensaje que se va a desarrollar.

Desde el momento en que la joven Luna abrazó a un inmigrante de raza negra que lloraba por el fallecimiento de su compañero, la voluntaria de Cruz Roja sufrió uno de los acosos más repugnantes vividos en las redes sociales (RRSS). Todo ello, lo relaté el 30 de mayo de 2021 bajo el título 'Salud en ley' donde expliqué la parte ética y legal de aquella situación. Quizás, esto pueda parecer irrelevante ya dos años después, pero fue el inicio de la decadencia española del siglo XXI.

¿Por qué criticaron a Luna? Por abrazar a un pobre. Si el joven extranjero de raza negra hubiera sido un futbolista famosos y millonario, los comentarios habrían sido diferentes, cargados de envidia. Aquí podría decir aquello de no tengo pruebas pero tampoco dudas, sin embargo, sí tengo pruebas y cero dudas. Solamente es necesario navegar por las RRSS unos minutos para poder darse cuenta de que en España no existe realmente el racismo, lo que fluye es aporofobia.

Como ejemplo, para no caer en premisas vacías, podríamos ver el vuelco generoso y loable en favor de Vinicius, jugador del Real Madrid de Fútbol. Ya se vivió algo similar con Eto?o en su paso por el FC Barcelona. Ambos jugadores recibieron insultos de los aficionados rivales utilizando el color de su piel como algo despectivo. Es cierto que se asumen como una forma de distraer al jugador y no una muestra de racismo, teniendo en cuenta que hay gente negra en todos los equipos; algo similar a cuando llamaban Barbie a C. Ronaldo, gitano a Simeone o los diferentes insultos a Piqué. Pero a diferencia de Luna y el hombre al que abrazó, hubo mensajes de apoyo tipo Stop Racismo que condenaron los actos, tanto por la afición como por la prensa y comentaristas.

Si Vinicius o Etoo hubieran llegado en patera, bajo un camión o saltando una valla, es seguro que no habrían tenido ni siquiera la oportunidad de jugar en primera división. Y si hubieran recibido un abrazo por parte de Luna, habrían sido las víctimas de fotos con mensajes obscenos y cargados de odio, independientemente de su color de piel.

La invasión de Ucrania por parte del ejército ruso ha sido un ejemplo solemne de la misma temática. Ucrania no era una región tercermundista y la respuesta global lo dejó claro. Apoyo internacional, refugio para los ciudadanos, bloqueo de comercio contra Rusia, fondos sin límite para el combate y la recuperación, ... No ha faltado prácticamente nada para contener el avance de las tropas de Putin.

Y esto no quiere decir que esté mal intervenir en la injusticia, todo lo contrario. El apoyo al combate ha sido imprescindible para salvar al pueblo ucraniano en su legítima defensa. Pero resulta curioso que el Sáhara tenga que enfrentar la misma situación sin ayuda. Ni siquiera un mínimo gesto negociador de las grandes potencias internacionales contra Marruecos. La mitad de los recursos destinados a Ucrania habrían solventado el conflicto saharaui de por vida. Sin embargo, a diferencia de los que llamamos 'hermanos europeos' es que en el Sáhara solo hay arena, no hay intereses económicos. Lo curioso es que sí hay españoles.

Lo más asemejado que viven los saharauis son las famosas vacaciones en paz, organizadas para que vengan a España cientos de niños. Se quedan en casas de familias que, altruistamente, les dan de comer, les llevan al médico y les proporcionan todo lo que está a su alcance. Sin embargo, pocos son los que se quedan de forma permanente y la salud no mejora con intervenciones puntuales. No existe la igualdad de oportunidades. No existe la igualdad de garantías.

La segunda parte para continuar con el debate, el próximo domingo.